La vida es la ceremonia.
- Maricela García
- 27 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago
Hace un par de años estaba en una Ceremonia de cacao con Tata Izaías y Nana Izabel. Hablábamos de la ofrenda y Tata nos recordó que lo que estábamos haciendo no empezaba cuando llegábamos y nos sentábamos en circulo. Nos dijo: "La ceremonia empieza desde antes con nuestra intención", y en ese momento lo entendí, la vida es la ceremonia.

Comprendí que la ceremonia no es algo que solo ocurre en un espacio especial o en un tiempo determinado. No es solo el acto de ofrecer algo, sino el acto de vivir con intención, presencia y conciencia en cada paso que damos.
La vida misma es una ceremonia continua, un ritual de conexión con nosotros mismos, con los demás y con el universo. Cada momento puede ser un acto ceremonial, desde la forma en que nos despertamos por la mañana hasta el instante en que nos detenemos para respirar profundamente, desde una conversación cotidiana hasta el simple acto de caminar.
"Cada acción que realizo, cada pensamiento que cultivo, es una ceremonia que me conecta con el ser profundo que habita en mí."
En muchas ocasiones, solemos separar lo cotidiano de lo sagrado, pero la verdadera magia está en integrar lo espiritual en todo lo que hacemos. La ceremonia no está reservada solo para momentos especiales; está presente en cada gesto consciente que hacemos con el corazón abierto.
La vida es la ceremonia cuando nos tomamos un momento para sentir gratitud por lo que somos y por lo que tenemos. Cuando hacemos nuestras acciones con amor, con propósito y con la conciencia de que cada acto es una oportunidad para alinearnos con lo divino en lo cotidiano. Al vivir así, cada día se convierte en un espacio sagrado, donde cada paso es un ritual de conexión con lo más profundo de nuestro ser.
Hoy te invito a vivir tu vida como una ceremonia, sin prisas, sin expectativas. A reconocer que cada acción que haces tiene un propósito y una belleza inherente. Porque, al final, lo que realmente importa no es solo lo que hacemos, sino cómo lo vivimos, cómo lo sentimos y cómo nos conectamos con lo que está más allá de lo visible.





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